*Publicado parte de otra manera en algunos relatos del libro
Los que han tenido la oportunidad de leer a Borges recordarán que en sus relatos están los fantasmas que lo acompañaron como si fueran de otros mundos sin que nadie supiera sí en realidad hubieran existido. Son los imaginarios de nuestros entornos con los que a diario tenemos que lidiar cuando se aparecen como granujas a tratar de dañar el buen momento que uno esté viviendo. Quién no recuerda a aquel soñador que en un sueño descubrió que estaba en otro sueño. Como las famosas muñecas rusas -Las matriorkas- que al destapar una se encuentra con otra parecida, y así sucesivamente hasta la más diminuta. Pero en este caso estos fantasmas se parecen a "Lenguilarga" y "Orejitas" del que ya nos habló "El Embrujado", que como incansables perseguidores iban creando sus propios mundos maléficos que al contárselo a otro y otros, y éstos a muchos más, en medio de unos extraños enredos de familias y de vecinos lo resultaban amenazando dentro de su propia casa como sí esos entuertos fueran ciertos, que incluso en "La Casa Maldita" a veces se le aparecía uno de ellos en la cocina como para amedrentar y dar a entender que toda una cofradía de familiares estaban en contra suya.
O por qué no, un alboroto en su casa lo distrae y atormenta, y que al salir se encuentra con uno de esos personajes de yo no fui, y enseguida se le lanza en ristre amenazando y diciendo que si no le da una limosna, lo va a robar. Y lo sigue como si lo hubieran mandado a propósito para que supiera que hay otro que esconde su cara y lo amedrenta de esta forma, pues está manipulado por el que seguramente le da vicio a sabiendas que si no lo hace lo pierde. Por la diecinueve en Ibagué, hubo uno de buena familia que cayó desde hace muchos años en lo mismo, o sea en esos entuertos de la drogadicción, y que para colmo, como si lo reconociera después de más de 50 años sale a ofender a "El Embrujado" que incluso ya cree que hay toda una caterva de estos personajes que sin mostrar sus caras los utilizan y no saben en qué mundo viven. Es como si uno de los que mantiene dopado, se lo hubiera mostrado en una foto, y le hubiera dicho:
-Cuando lo vea, tírale.
A veces cree que estos andan secuestrados por aquellos caifaces que los mandan a hacer su trabajo hostigante en estas calles que para todos los que viven en ellas son libres, y en cambio "El Embrujado" no tiene ningún derecho a andar como ellos. Así son estos granujas, piensa.
Ahora le toca esquivarlos por qué no sabe en qué grado de dopaje están, y ya sabe que hay alguien tras de ellos que lo amenaza. Hay otro que lo hizo muy cerca de la plaza de la 21 cuando escribió algo sobre los mercados populares. Y aunque se trataba de una historia acerca de su origen, el que lo amenazaba lo hacía a propósito: "Le arrojó un ladrón por las mismas calles aledañas, antes de que terminara de escribir la historia sobre la plaza de mercado, muy cerca a donde hace muchos años fue profesor de una escuela de primaria, y que "El Embrujado" creía que le serviría dentro de su proyecto de contar las historias populares alrededor del origen de las plazas. Pero éste imaginario creyó que así lo amedrentaría.
Y da lástima. Sabe que hay otro que lo amenaza frecuentemente, y anda todo ido de si mismo, a quien según parece la vida no le importa nada, y curiosamente ya antes lo había echo. Estaba de trasteo en uno de esos días, cuando lo vio que se le fue encima, y casi le vomita en los pies, como si ese que digo, le hubiera dicho:
-¿Y por qué no te largas?
Así se lo dijo, uno de esos fieles servidores que hay en las calles que cuida carros y que según parece está enamorado de él. Y hay que entender que el enamoramiento que digo, es del que quiere matar a otro y todavía no sabe cómo hacerlo, y mientras tanto lo va hostigando de está manera, hasta que encuentren el que lo haga, y ojala gratis y sin que nadie entienda que el criminal está por encima de toda sospecha. No había pasado más de dos días de haber llegado de Bogotá, y ya este lo estaba esperando muy cerca de la casa.
-¡Hey! Le gritó.
Y en son amenazante le puso su mano en el hombro izquierdo y le dijo:
-Ande con cuidado patrón.
Y aunque le ve la pinta de loco, cualquiera supone que alguien lo está mandado, mucho más cuando en la plaza de la 21 y en otros sitios de la ciudad personajes parecidos le van saliendo, en un sainete de nunca acabar como si fuera ya muy conocido.
- ¿Y por qué no se larga?
También se lo dijo otro cuidandero de calles que hace sus oficio al mejor postor y vive bien dentro de su rencor, "El Embrujado" lo ha tenido que soportar a sabiendas que hace las veces de vigilante de calles, y que muy seguramente por el solo detalle de servirle a muchos, se convierte en su ojeriza que en más de una ocasión se burló y provocó sin saber quién lo mandaba.
-Vigilancias privadas, diría el comisario Rincón.
Y sin embargo, así son las confabulaciones. No sé, si hayan visto la película de "El Golpe", una trama muy diferente acerca de lo que estoy contando, pero que tiene sus semejanzas. Gentes que uno no conoce salen a hacer sus amenazas, como si en las calles lo estuvieran vigilando a ver en qué momento da la pata.
- Te voy a robar, se lo repite aquel que ve pidiendo sus golosinas en las calles.
Y lo sabe casi todo.
Aunque lo ve loco, es como si lo aparentara. No ha sido el primero ni será el último.
En la novena etapa del Jordán hay otro que disimuladamente lo ve en un negocio al que va (iba) con frecuencia.
-¡Dígalo! Le grita con sorna "Ríos Revueltos".
"El Embrujado" le parece haberlo visto de joven, y aunque no sabe quién es, entiende que tiene un negocio montado para ofenderle cada vez que lo vea. Incluso llega a pensar que puede ser el mismo que fue a practicar tiro al blanco cuando estuvo trabajando como profesor en Picaleña en aquellos años truculentos de su juventud cuando no tenía claro que en este país a muchos por tener algún estigma desde antes de nacer, los que lo sabían lo seguirían ofendiendo de por vida. Cada que lo ve le hace gestos con la mano, y en tono bravucón como si en realidad fuera el dueño del sector, que no lo quisiera ver en el negocio adonde este siempre va a tomarse algo, Solo recuerda que lo conoció de joven, pero aún así no sabe el por qué lo hace. Se la tiene montada. Y sin embargo le grita delante de todos los que estén con él:
-¿Ya le dije, lo dice en tono bravucón, como para que todos lo escuchen, que es lo que tiene conmigo?
Después de haberlo ofendido cada que lo ve, ahora quiere aparentar que es "El Embrujado" el que lo hace,cuando en realidad es todo lo contrario. Lo madrea, y según parece no tienen derecho de andar por estas calles. Recuerda a otro más joven que le pegó una patada en el tobillo en la plaza Murillo Toro, mientras le gritaba con rabia:
-¡Marica!
Sabía que iba a pasar por allí, y lo estaba esperando. Cada que lo ve hace lo mismo que el anterior, y lo mira con rabia como si "El Embrujado" no tuviera derecho a vivir. Recuerda a aquel "Ojos Azules" que en Bogotà lo quiso hacer salir de este mundo en aquella mañana que lo esperó y pergolllò por detrás de este en el cuello, e hizo que al zafarse se pasara la avenida corriendo del susto, mientras aquel embolador enjuto lo esperaba en la mitad de la avenida supuestamente en la creencia que por el susto se devolvería y:
-¡Zuás!
Tal vez, no estaría contando esta historia. En el mismo sitio, alguna vez que escribió algo por la web, y del mismo sector varios salieron a ofender disimuladamente, tanto que en una ocasión, luego de haber sido sometido a varias provocaciones, cuando estaba tomando una cerveza otro aparece detrás de él, y le dice:
-Se lo merece.
Enseguida saca un fajo de billetes y se los va metiendo todos ajados en el bolsillo de la camisa, en tono amedrentador y ebrio para que supiera que su acción no era casual. Podría ser que lo estuviera amenazando, o lo estuviera felicitando.
"El Embrujado" lo entendió al instante.
-Gracias, le dice. a su cuenta me las voy a tomar en otra ocasión.
Y se va. Después un profesor que conoce por esos días, le insinúa, como para darle contentillo que no es el único,
-Es muy amigable, le dice. Ud. no es el único.
Y en cambio este también se la tiene montada lo madrea delante de todos, y le dice:
-¡H.P.! Yo ya se lo dije. ¿Qué es lo que tiene conmigo?
El "Embrujado" se acordaba de los gestos que le hacía con sus manos, y le observaba su rabia en los ojos, como si en realidad le debiera algo, o que alguien lo tuviera entre ojos y este era apenas uno de los muchos que le venían saliendo desde Bogotá desde hacía muchos años, y fuera un comediante de turno que quería que todo mundo supiera que lo podía madrear y ofender. O por qué sería de los mismos que de joven lo quisieron matar por cuenta de alguien o algo que tiene alguna relación de Estado.
-¿Cuál era su cuento?
"El Embrujado" apenas lo reconocía después de medio siglo, y este parecía que tuviera un negocio por cuenta de otro, o porque alguno le hubiera endulzado el oído.
- Así son los asesinatos perfectos, dijo el comisario Rincón.
- Vea pues, dijo "Ríos Revueltos". ¿Y éste de dónde salió?
- Cállate, ve, dijo el comisario Rincón. Vos sois un "Lenguilarga". Sois de la familia de "Mentiras Frescas". ¿Me oísteis?
-¿O sea que todos los borrachos de la zona y los loquitos del sector lo pueden ofender a cuenta gratis?
-Así son los intelectuales de la muerte, terminó por decir el comisario Rincón.
Hubo una de esas vecinas que siendo esposa de un gendarme se le aparecía cuando quería fabricar sus fantasías que no eran más que los sueños que todos los humanos tenemos para vivir bien sin que nadie lo amenazara dentro de su entorno, y además pudiera subsistir de ellos mismos. Unos fantasmas que sabiendo todo lo que había sucedido para amedrentar recurrían a esos instintos salvajes donde el odio lo manifestaban desde que iban llegando, y dando a entender que muy posiblemente tenía que morir por que así lo habían decidido. Esos fantasmas son los más peligrosos porque ya están regados por todos los sitios a donde Ud. vaya, incluso hasta los ve parlotear desde donde lo miran y se burlan, qué si anda como lo estuvo el personaje que digo en los tiempos que casi se mata cuando quiso arrojarse a un carro en movimiento, nadie tendría noticias suyas. Si anda delirando por el miedo o el pánico incluso está a punto que en la misma casa algún intruso lo zarandee de tal manera que al salir con la rabia por la provocación o el miedo, otro lo esté esperando para decirle tal y como lo hizo"Ojos Azules" que por la espalda le asió con su brazo por la garganta casi que hasta estrangularlo mientras miraba hacia atrás esperando a que apareciera la chorrera de carros por la autopista Sur y que se dirigían hacia el centro de Bogotá, muy cerca de la Primera de Mayo.
Y es así cuando estos fantasmas se le aparecen en otra ciudad aduciendo que le van a prestar un dinero a un familiar cercano para que le ayude en algo, mientras se le burlan en la cara a sabiendas que el banco comercial donde trabajan no lo va a hacer. Van a lo que van: "A sicosear y amedrentar. Como buenos fantasmas este es parecido al que casi lo mata en medio de la embestida de los carros, mientras dominaba el miedo y se le enfrentaba al lustra botas mugroso que a cualquiera podría asustar con solo verle su cara, y además entendiendo que pudo haber muerto sin pena ni gloria, y sin que nadie supiera cómo. "Asesinato perfecto".
Y así es como aparece en Ibagué aquel tramitador del banco en cuestión que como un K. Morales hace su teatringo, mientras se burla a todo pulmón del pobre "Embrujado" haciendo mofa de su manera de ser, que le recuerda con su parecido a aquel fantasma que en una mañana muy temprano de un domingo lo siguió después de haber salido de "La Casa Embrujada", y que muy disimuladamente y sin que se diera cuenta, quiso cometer su felonía con su asesinato perfecto. Vale decir que en esta ocasión le tocó regresarse a Ibagué durante casi un año, por el miedo y el temor, sabiendo que desde aquella casa maldita existía todo un incordio de persecución y de ladronzuelos de casas.
Todavía recordaba a una vecina que se aparecía dentro de su casa cada que le pasaba algo por la calle, como si con esto pudiera impedir que saliera de aquel lavado de cerebro en que lo habían metido, sin importarle un bledo la vida de su familia, e incluso estorbando en su trabajo dentro de propia casa como si también se fuera a ganar algo. Recién llegado después de haber vivido varios años en Venezuela, y de haber perdido un apartamento en La Fragua y una casa en Bella Vista tras toda una serie de provocaciones y de malos contratos donde amigos y familiares muy cercanos lo metieron a sabiendas que en ese estado de depresión en que anduvo muchos años, lo estaban obligando a que se matara, pues a diario sufría una provocación, de algún amedrentador de cualquier aparecido que actuaba como si lo conociera de antemano, que incluso en el barrio Quiroga de Bogotá hubo muchos vecinos de negocios particulares y otros rufianes de calles que fueron haciendo sus viles trabajos para que perdiera la razón, ya que su vida se había convertido en unas historias de trabajos frustrados porque siempre se le aparecía algún fulano a dañarlos.
- Ni siquiera una medalla, se va a ganar su esposo. Le dijo en alguna ocasión el comisario Rincón.
Era cierto. Una vez se lo encontró en Bellavista cerca de la casa que tuvo que abandonar y que habla permutado con un tal Aldana de la brigada militar de esos lados, debido a que mientras un gendarme le decía que los muchachos que lo habían intentado atracar con pistola en mano al pasar el puente que hay por aquel sector, uno de ellos era mujer, y que aparentando ser pelafustanes solían frecuentar por aquellos sectores para atracar o matar a algún incauto. Entre otras cosas no hacían más que obedecer las ordenes de aquellos muérdagos que sabían quién era todo aquel que llegara a vivir en el sector, como si el país hubiera sido tomado por "Los Silenciosos" y que según el comisario Rincón era por eso que había abandonado su trabajo al servicio del Estado.
Todavía "El Embrujado" recordaba a unos albañiles que quisieron ayudar con el pañete de aquella casa en obra negra a quienes vio luego de unos pocos años que murió la tía en un extraño arrollamiento de carro, ya que se aparecieron en aquel interior de "La Casa Embrujada" tal y como le sucedió cuando tuvo como socio a otro personaje que un primo cacharrero le recomendó como socio, ya que con su dinero lo patrocinó para que dicho abasto fuera uno de los mejores en la entrada del barrio de las Colinas en la calle 32 al frente de donde hubo una pequeña plaza de mercado casi en la avenida Caracas en el sur de Bogotá, y donde unos policías se llevaron la pesa que acababa de comprar en San Victorino, aduciendo que estaba arreglada para robar a los clientes, y quienes lo chantajearon para que se la devolvieran en una pequeña estación de policía que funcionaba en la escuela del Distrito que existe por la avenida principal que lo lleva a uno hasta las Lomas, y de ahí a la avenida circunvalar de los cerros orientales.
Al regresar de nuevo el comisario Rincón a ver qué le había pasado a este sabría de la historia de cinismo en la que además de tener problemas legales de papeles la casa permutada en Bella Vista por la que su papá le había dejado como herencia en la Fragua, el comprador lo que quería era que se muriera cruentamente, para así poder quedarse con el apartamento, pues la promesa de compraventa la había hecho sobre la base de que le hicieran un préstamo bancario que casi tenia asegurado con un banco comercial, y que dejaba entrever que estaba bien asesorado para que el reembolso de lo que había quedado debiendo no se pudiera pagar fácilmente, además de tener ya la posesión sobre el inmueble permutado muy cerca del barrio Restrepo. Con su muerte habría aumentado la tortura sicológica de su propia familia.Todavía se preguntaba cómo recientemente otro de esos fantasmas que pululan por Ibagué se le apareció después de publicar uno de sus últimos escritos on line por la transversal cuarta, y que lo siguió un buen rato como si fuera su propia sombra con un sombrero en la mano, que le hizo creer que podría ser uno de esos vigilantes de calles que venía en son de amenaza. Buscó la otra acera a sabiendas que lo estaba siguiendo y lo miró de reojo. Este también lo hizo y se paró como si fuera una estatua.
-¿Qué pasa? Le preguntó "El Embrujado".
- Nada contestó.
Entonces "El Embrujado" se sentó sobre el césped que sirve de acera, adonde se pensaba construir uno de esos edificios de estas urbanizaciones que a diario se dan en esta ciudad y que hoy la llaman "La ladera de Piedrapintada". El Fantasma hizo lo mismo. "El Embrujado" decidió después de unos minutos pararse y seguir su camino a la casa, lo que hizo que su perseguidor como si fuera su sombra hiciera lo mismo, y al agilizar el paso vio cómo se llevaba un celular a la oreja tratando de hablar con alguien, y sin que supiera si lo hizo o no, presuroso siguió su camino.
La esposa de aquel gendarme en "La Casa Embrujada" como los otros vecinos también habían hecho lo mismo de una u otra manera, y así supo que uno de sus hermanos también era un gendarme experto en esas técnicas de telecomunicaciones con las que tanto lo atormentaron en aquellos tiempos como para que no lograra volver a ser cuerdo, y continuara en ese estado mental que casi lo hace suicidarse en San Victorino en un día cualquiera cansado de oír voces y voces, sin que supiera de dónde salían. Incluso pasó noches en vela sin poder dormir porque las escuchaba claramente, voces que se aparecían en cualquier momento como si alguien lo hubiera drogado con alguna substancia sicòtica, pero que en los tiempos en que llegó a aquella casa de nuevo después de haber vivido en Venezuela y en Bogotá y en otros sitios del Vergel, el Quiroga y Murillo Toro, como en la casa que permutó con aquel Aldana en donde siempre estaban esos fantasmas que parecían ser de chantajes, que incluso usaron transmisores con las frecuencias hertzianas ajustadas y sincronizadas para que las escuchara. Lo constató por unos libros que leyó en esos tiempos macabros, y también "Un importante locutor de una de estas emisoras le dio a entender que era cierto, y que esto se podía hacer a unos cuantos metros de distancia".
Así fue como escuchó a Primorov, cuando con una familiar iba en un bus hacia Chapinero, y alcanzó a oír su voz cuando le dijo otro:
- Ponga el casete.
Después siguió escuchando su larga perorata donde además de amenazarlo le decía que esa casa donde vivía no era suya, y que además la tendría que abandonar con su mujer, mientras el bus seguía su rumbo por la avenida Caracas, y sin que los demás pasajeros escucharan la tortura sicológica a la que estaba siendo sometido. Vale decir que cuando salió de aquel automotor público estaba casi que hipnotizado porque siguió andando por un largo trecho y tiempo como bobo. Después leyendo en la biblioteca Luis Angel Arango en unos libros que solicitó sobre alcoholismo y delirium tremen, constató que estaba siendo utilizado como "Conejillo de Indias" para que se matara o muriera de un susto, o que alguien le diera la ayudita como lo hizo en su momento el tal "Ojos Azules." Lo mismo pudo comprobar porque ya lo había vivido que esas voces eran ciertas y no como se lo querían hacer creer. cuando estuvo completamente loco: Las voces no eran de gentes que conociera y además no eran coordinadas en un discurso tal y como se lo hcieron con Primorov, o la de otro político famoso que quiso lucirse en ese acoso sicológico y mortal cuando en una de esas noches escuchó su voz vivamente y que entre sueños lo despertaron con su discurso, y adonde le decía que tenía que ayudarlo. Un sueño que quedó frustrado porque ya sabía que le estaban haciendo su trabajo mediante las ondas hertzianas por vecinos que pareciendo ser de los mejores ciudadanos no eran más que unos encubiertos con su piel de sapos.
Era una manera sutil de amedrentar, ya que otro día tuvo que ver morir a un gatico muy parecido al que maullaba en aquella casa que había comprado y en la del frente del mismo callejón. Hay que decir que muchos años antes de morir la tía con la que vivió gran parte de su vida, se apareció con dos gaticos que le regalaron en una caseta que quedaba cerca del ministerio de la defensa, y que frecuentaba porque trabajaba en el Ministerio de Educación Nacional en el Centro Administrativo Nacional -C.A.N.- por la calle 26. Su sobrino al verlos le dijo que por qué los había recibido. Estaban ciegos. Así comprendió cuando de nuevo regresó a aquella casa que él sería el siguiente. Pero no, habían fracasado en todos los intentos que hicieron para que perdiera la vida, que incluso nunca se le olvidaría aquel impasse que tuvo con sus vecinos cuando el perro al que llamaban Damián casi lo castra en el momento que intentó defender a su mascota, y luego de haber sido advertido mucho antes por Clavijo -el ajedrecista de origen judío que también era muy amigo de Albert Aldana, otro ajedrecista- ya que probablemente éstos sabían que tenían que hacerlo muy disimuladamente.
-¿Y de Aldana qué se sabe? Preguntó Julián.
-No. de ese no, dijo el comisario Rincón. Más bien el de la brigada militar que se enamoró del apartamento que le dio como herencia su papá.
Una noche tuvo que dormir en una casa a donde un vigilante tenía su centro de operaciones en esas calles a donde se cuidaban intereses privados, y además durante esa larga noche entraba y salía fácilmente, cuando "El Embrujado" no solo tenía los rezagos del delirio de persecución, sino que sabía que lo estaban tratando de matar a punta de sustos, que incluso hasta hace poco lo constató con un amigo de la infancia.
-Me querían matar. Le dijo este, que quería contar lo que estuvo viviendo en esos años que dejaron de verse.
-Si le dijo. Es cierto.
"El Embrujado" por fin había comprobado la sospecha que tenía. Todavía recordaba que después de una celebración que duró casi hasta la madrugada en Ibagué, este lo acompañó hasta su casa de la calle 12, que quedaba cerca del famoso campeón que tuvo el Tolima en el ciclismo, Pedro J. Sánchez, y quien después de ducharse se aprestó para viajar a Prado a trabajar como docente en una de las escuelas de este municipio. Al llegar el bus a Picaleña donde pasaba el tren en esa época, las señales no habían sido colocadas por los encargados de hacerlo, donde el bus casi se estrella con el tren que apareció sobre la carretera, pero que el conductor hábilmente eludió gracias a su pericia, que evitó una tragedia donde seguramente la mayoría de esos pasajeros, incluyendo la del "Embrujado" podrían haber muerto. Recordaba esos tiempos en que conoció a Serafín, que murió en esos enredos de familia en su misma casa.
-¿Sabe qué son los efectos de dominó en sicología? Le volvió a preguntar el comisario Rincón a Julián.
-Eso si lo sé, respondió.
Era una historia vieja y cierta.Serafín era uno de esos personajes que se hacía matar por la plata y por el poder. Se había casado con la dueña de un negocio de lenocinio en los llanos orientales, y había amasado una gran fortuna debido a que se había convertido en su guarda espalda y protector, y con la cual vivía.
En una de esas fiestas de familia y en una de esas reyertas de la cual seguramente hizo parte, ya que en un ocasión con el anterior amigo en uno de esos juegos de tejo cuando "El Embrujado" todavía estudiaba en la universidad Libre de Colombia, comprobó que Aldana y él jugaban a la efe (a la fija), a sobre seguro, mejor dicho: "Con sello gano yo, y con cara pierde Ud." Así se decía en esos tiempos. Una pelea por una cuenta en la que estos después del zafarrancho tuvieron que dejar algo empeñado, razón por la cual para el comisario Rincón, no era raro que Aldana supiera el triste final de su vida que a cualquier persona le puede doler porque la vida es sagrada, pero es que en esos caminos de la desesperación y la provocación, "Serafín terminó por matar de un disparo al papá de su mujer, mientras un hermano de esta al ver lo sucedido también hizo lo mismo contra éste". Y claro que esta es una supuesta leyenda que contaron en esos tiempos. Así se lo había contado Aldana, que también era amigo de Memín el que estudió en la misma universidad, y también hermano de otra amiga del "Embrujado" que ahora ocupa un alto cargo administrativo judicial, o que seguramente ya se pensionó. Aquel ajedrecista que tuvo la fortuna de tener un familiar de las altas cortes, y que como siempre sucede con aquellos personajes que en su vida hacen toda una serie servicios a estos imaginarios, al finalizar sus días de labores cuando ya están para que conseguir una pensión, siempre alguno de estos los favorecen para que sus ayudas prestadas fueran bien reconocidas por el Estado.
-¡Hey, profe Embruja! A tierra.
Todavía esa frase retumbaba en su cerebro recordando aquel hecho acaecido cuando fue profesor en Picaleña, y dicha por el director. Era una de esas frases que nunca se le olvidarían cuando todavía no tenía los 23 años, y que creía que eran sus descendientes, y que le sugerían que aquel amigo a quien lo apodaban Cuchumina, con el que compartió la niñez y parte de la adolescencia, y que le colaboró para que sacara la libreta militar de segunda por Ataco .
-Esos complots, vienen desde mucho antes de que Ud. tuviera noticias mías, le dijo el comisario Rincón.
Esas cofradías de familias y de chantajes le recordaban que los secuestros eran tan sutiles que a él mismo mediante la inducción al miedo, estos muérdagos se daban el lujo de amedrentar. El viejo Tobi una vez que llegó a su negocio a tomarse una pochola se lo dijo:
-Ojo, tenga cuidado con pasar debajo del puente que está cerca de donde vive.
Se burlaba. Era un complot sicològico preparado. Era cierto. Lo estaban esperando aparentemente, pues le recordaban que lo que había comentado acerca de cómo lo intentaron matar unos años antes en Bellavista, llegando a la casa que permutó por el apartamento que le dio su padre como herencia, en la que tres asaltantes de calles le salieron a atracar y a matar en aquel puente que desde la avenida de Usme lo lleva a uno hasta aquel sitio. Eran según el policía vecino tres disfrazados de desechables con sus harapos mal ajados y en el que uno estaba disfrazado de hombre siendo mujer en la vida real, que se le parecía tanto a una loquita que desde que regresó a la casa que quedaba cerca de la culebrera en el barrio Centenario en el sur de Bogotá, le salía a propósito como si fuera una de los que lo intentaron matar adonde hubo uno que vio muchos años desde joven en el vecindario que parecía tener artritis, porque ya casi no se podía mover, y el otro bien podría ser uno de los que una vieja amiga le decía que era uno de esos gemelos que hacían parte de uno de esos movimientos políticos que más tarde llegarían al poder en el país. Se lo recordaron, aunque solamente jugaban con sus visajes a sabiendas que el miedo estaba presente dentro de su repertorio mental. Un lavado de cerebro perfecto.
La mujer de Tobi en algún domingo una vez que lo vio que iba por la avenida quinta en una mañana que salió a trabajar a los barrios del sur de Ibagué, le dijo casi que al oído:
-Marica.
Fueron días donde no lo dejaron descansar con sus provocaciones para que su salida intempestiva de "La Casa Embrujada" pasara desapercibida, y no pusiera ninguna denuncia, y que solo mediante esta manera en asocio con aquel vecindario y aquellos infernales, lo obligaron a abandonar la casa, luego de haber sido torturado sicológicamente durante 11 años.
Ya por esos días "Voz de Humo" cuando comenzó a escribir "Crónicas Gendarmes" le había dejado una tortolita muerta a la salida de aquel callejón de la casa maldita, y lo chantajeaba hábilmente para que nunca contara estas historias. Y casi que lo logra. por lo menos fue uno de los que participó de las confabulaciones que lo obligaron a abandonar aquella casa.
-"La Casa Embrujada" , le repitió en sus pensamientos el comisario Rincón, con sorna.
Algo parecido a "El Golpe", siguió pensando el comisario.
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