Esta no es una historia común de las que Ud. escucha con frecuencia. Llega a un café Internet a escribir esto, por los lados del cementerio, y el administrador como si tuviera su negocio de vigilancia privada o de policía, impide que lo escriba. Protesta. Casi 11 años tratando de redactar por la web, y este personaje -uno de tantos- no se cansa, a pesar que siempre lo ha hecho así cada que ha ido a ese negocio en varios años. Alguien en particular lo ha estado orientando a que lo haga porque cree que debe intervenir para dañar lo que va a escribir, como si supiera que va de mal genio, por que uno de esos vigilantes de calles, o varios mejor dicho, le acaban de ofender. Si no, y si tiene buena memoria o lo coteja con uno de esos políticos que dijo lo mismo en alusión a un cuento que escribió "El Embrujado" en una de sus crónicas de la violencia, que esos escritos eran de maniáticos o enfermos mentales. Violación a la privacidad, y además creando la secuela sicológica de la persecución e intimidación mediante un sutil subterfugio. Y entonces bloquea el computador para ganar tiempo, y cobrar a su vez con el cuento de que es una falla de la plataforma. Vuelve y protesta, y entonces aduce que es el computador, cosa que si se descuida le termina cobrando esta vida y la otra por la prestación del servicio, y además queda figurando como un cliente mala leche. Situación muy engorrosa por los lados del cementerio más antiguo de Ibagué a donde siempre ha ido, y a pesar de ser otro dueño, un servicio en el que los administradores han intervenido para perjudicar lo que todavía no ha escrito, pero que suponen que va a hacer alguna historia en particular y que los acuciosos se las creen de que lo que dice es un delito. No tiene derecho a pensar. La ley prohíbe este tipo de actos, pero el dueño insiste para justificar, en medio de los testigos que solo atiende a los clientes que quiere. ¿Y entonces las telenovelas o los libretistas de Netflix porqué pueden escribir y publicar? Si además estas son historias inofensivas, de extrañas persecuciones de carácter sicológico, sobre un personaje que solo existe en la ficción.. Eso lo vivió en otro tiempo en San Victorino cuando estaba recién regresado de Venezuela, y a pesar que incluso en esos centros comerciales que hasta los números de las placas le indicaban a los visitantes no abordar ciertos tipos de carros, y que le parecieron geniales porque estaban favoreciendo a sus clientes, pero qué tal que no fuera cierto lo que apuntaban en esos manuscritos que dejaban pegados sobre las paredes aledañas a los ascensores para que todo el que llegara lo supiera. Una paranoia completa. Y además eso lo decían los periódicos de esos tiempos, que cualquiera puede mirar en la hemeroteca biblioteca Luis Angel Arango. O lo contrario. Se subía a un bus, y enseguida otro lo abordaba y se sentaba detrás del puesto en que se hizo, y comenzaba a hablar cosas en tonos amenazantes, y qué producto de estas situaciones, muchas veces se vio obligado a bajarse de esos automotores. O por qué no, cuando hablaba de un vecino que lo amenazó en la misma casa el día anterior, al salir al otro día estaba ahí parado en la puerta de su casa, como si lo fuera a agredir, en ese tono rabioso que reflejan los caras duras de las calles, mientras lo esperaba en ese callejón al lado de un carro con una puerta entre abierta y estacionado en aquel interior para que pasasara, y que luego se valdrían de un perrito de otro vecino que de vez en cuando iba a la casa a recordarle que había alguien que estaba interesado con la posesión del inmueble en que vivía, Más tarde, y bien lejos, en otro sector de Bogotá, y por los lados de Fontibón, y tras visitar a una cliente, en la misma acera, y a pocos metros del negocio, se topaba con el mismo animalito todo drogado y tirado sobre el piso, mientras solo movía sus ojos, para así ir reforzando el temor. Aquel vecino cuando regresaba nuevamente a la casa, otra vez lo estaría esperando. Qué vaina, no. Lo mismo que hace este personaje. A sabiendas que no se puede meter dentro de la privacidad del que escribe dentro de su blog, termina haciendo las veces de lo que hacen los mal habidos. Se ofusca, y no hay manera de que escriba o haga lo que quiere hacer. Entonces se encuentra con un conocido en la calle y que sabe que su hijo es un policía y le comenta de lo sucedido. Ambos terminan por aceptar que eso es un delito. Cómo un comerciante de estos puede parcializarse a que un cliente escriba lo que quiere. Más grave aún, por que intimida como si estuviera obedeciendo alguna orden en particular. Un irrespeto a la misma autoridad. Una contravención a donde el administrador hace las veces de juez que se inmiscuye en la privacidad de un cliente. Hace algunos años le pasó con un supuesto amigo profesor que lo esperó justo el mismo día que recibió una plata de Google.com, y como si hubiera ido a propósito a esperar que llegara a un establecimiento que a veces frecuentaba. Y no es que sea paranoia, sino que simplemente se notaba que lo hacía a propósito. Sabía que iría allí y era como si otro lo hubiera enviado a propósito Cuando estuvo ido de la cabeza, frecuentemente le sucedieron cosas parecidas de otras maneras en Bogotá, o cuando no lo robaban en las calles, entonces le hirieron y golpearon en más de una ocasión. Hay uno que cada que lo ve, y que llega como mandado por otro, le hace señas con los dedos, y lo insulta, que incluso le recuerda que en otra noche uno parecido salió a robarlo por los lados en que vive, y como todo cruak cruak en alguna ocasión le gritó y ofendió en plena calle. "Yo fui el que se lo envió" le dijo un imaginario, como queriéndole decir que había sido él. Ningún particular puede constreñir a otro a que tiene que pensar como este quiera.
-¿Se ha topado alguna vez con alguien que en otro tiempo intento robarlo o matarlo?
Y aunque Ud. no lo sabía, cuando lo vuelve a ver, lo amenaza. Así cae en la cuenta que este lo hizo, y solo cuando se lo insinúa, cae en la cuenta de su intento de asesinato, o el que se lo envió fue el que lo hizo, y así es como mediante esto le están recordando que lo han intentado matar varias veces. Como los dioses que lo saben todo.Así han sido las vivencias del imaginario de "El Embrujado" que vivió como secuestrado y esclavo en una casa.
- ¿Pero cuando son varios?
No me vaya a decir nada. No responda. Imagínese que Ud. fuera un empleado que nunca ha andado por estas calles. ¿Y si vive todo esto? ¿Saldría airoso de estos trances, cuando sabe que es toda un seguidilla de personajes de años y años que lo persiguen y lo amenazan, como si fuera un maniático el que persiguen? ¿Pero tantos años y con tanto poder?
Desenrede este nudo gordiano. O imagínese que el que escribe, está contando la historia de otro que no existió, y solo existe dentro de su imaginación.
O sea que hay algunos escritores, o novelistas que si pueden contar historias parecidas, y este no. Por favor, no me diga qué debo hacer, porque no existen los esclavos.
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