BAJO EL IMPERIO DE LA SUGESTION

O de brujerías, o del miedo. De cofradías de familias entrelazadas con imaginarios mediante las cuales se constriñe a una persona sicológicamente con determinados fines, e incluso con su muerte. Se conocen todo sobre su vida, y él no lo sabe. Y muchas veces bajo la apariencia de una provocación, o con el cuento de que estaba ido de la cabeza a sabiendas que lo tenían al borde de la locura, se muere por cualquier circunstancia. Aparentan bondad, y muchas veces esos imaginarios que se confunden con el derecho a vivir, se toman la ley por su propia mano en apariencia, cuando en realidad lo que buscan es lucrarse. Y sin embargo, son los dioses que inspiran la idea de estar prestando un servicio a la ley. Si en el imperio Romano primaron el poder de la fuerza, y mediante ella surgió el derecho sobre la propiedad privada, nuestras ideas sobre el hombre y la naturaleza, la libertad, el libre albedrío o el derecho natural a la vida, fueron los conceptos que nos hicieron más humanos, en medio de las tempestades de la ignorancia; y los tiempos de las eras de las cavernas, quedaron como reminiscencias cuando los brujos exorcizaban para sacar los espíritus malsanos a aquellos que no comulgaban con sus ideas, así como en el medioevo a los malos cristianos en los juicios de Dios se exorcizaba a los no creyentes llevándolos a la hoguera. Y aun así, todo surgió bajo el poder de la fuerza en que los Estados modernos utilizan muchos recursos para favorecernos de aquellos que medran bajo la férula de los que no respetan la razón de la ley. Si el Estado moderno nos dio la virtud de ejercer nuestros derechos, la fuerza nos dio el espíritu para sostenerlos. En estos tiempos “Conciencia” lo tenía claro. Ahora había recursos más sutiles para la manifestación de dicha fuerza, que bajo el Estado del derecho muchos la podrían utilizar para otros fines, fines que según “Conciencia”, para “El Embrujado” fueron usados luego de comenzar a leer sus crónicas en las que sin darse cuenta estaba contando no solo su vida, sino las de otros que como serpientes merodearon alrededor suyo. Desconocía sobre “Ríos Revueltos”. Fue parte de una conspiración que lo obligó irse a vivir en Venezuela, para ser víctima de lo mismo. Este pertenecía a una secta a la que llamaban “La de Serpiente Dorada”, ya que mediante ardides se iba apoderando de los bienes y vidas de las personas que caían bajo sus sutiles redes. En ella se utilizaba toda suerte de recursos para lograr sus propósitos con sus víctimas. Medios que normalmente los humanos llamamos encantamientos. Eran fantasmas que mediante la presión sicológica, lograban sus propósitos sin que el estado lo supiera, o simplemente porque sabiéndolo, no ejercía la autoridad. Eran tiempos difíciles en la que “Conciencia” como alter ego, tampoco podía hacer nada. Su compromiso con la ley en cierta medida era la de leer. Como en Los Cronopios de “Cortázar” cuando nos habla en su “Bestiario” de esas historias maravillosas del arte de enriquecer nuestras vidas con el intelecto. Algo parecido a las que nos cuenta Robert Graves en “Yo Claudio “, a quien por considerársele bobo, pudo contar la historia de una dinastía en el imperio romano, luego de sobrevivir a todas las infamias de su época. Las crónicas en sí no valían nada. Eran el pretexto. Y sobre esto, la ignorancia arremetió contra el derecho a pensar. Aun así, era un divertimento que lo quería alejar de la realidad. Intereses parecidos a los que “Leo Huberman” cuenta en uno de sus libros, o lo que Karl Marx nos lo dice en “El Capital” en donde todo no es más que una mera mercancía; y la historia de los conflictos sociales que han sido la crónica de la repartición y apoderamiento de dichos bienes por el uso de la fuerza por medio de las guerras. Eran historias que venían desde mucho antes de la Segunda Guerra Mundial que a todos nos confundieron y nos dejaron un mundo convulsionado de odios, que sirvieron y fueron el pretexto para que “Ríos Revueltos” se saliera con la suya. Pescaba en medio de los océanos así hubiera tempestades, o en los desiertos así ellos no hubieran llegado o nacido. Era un pescador con bastante talento. Tanto, que “Conciencia” en cierta medida lo respetaba. En su arte, todo valía. Se parecía a los primitivos conquistadores que llegaron de la España morisca, quienes por convivir con los judíos sabían tanto de ellos, como del arte de enriquecerse. Sus alforjas siempre las mantenía llenas. Las escamas de sus pescados se parecían al reluciente oro por el cual habían llegado desde todos los confines de la Europa occidental para redimir sus aflicciones terrenas. Permanecía tan bien informado, que muchas veces se confundía entre los defensores de la ley, y como camaleón en esas tierras areniscas que se parecían a las de nadie, siempre lograba sus propósitos. Muy a pesar de que “Conciencia” lo supiera, o que la ley lo recriminara había orquestado un complot contra “El Embrujado” desde niño, en la que no solo lo desprestigió, sino que mediante la fuerza del rumor toda una multitud de canallas le aparecieron en su vida mediante las cuales le crearon el delirio de persecución, hostigando hasta tal punto, que muchos villanos le salieron en la vida como si un imán los atrajera. Unos creían que era millonario. Otros que era un delincuente. Más de uno se inventó su propia historia acerca de este, que se parecía al fugitivo más buscado, como en los tiempos de la historia que nos narra Búfalo Bill en “La Conquista del Oeste”, o en la de los forajidos sin nombres, mientras todos se burlaban y decían:

– He ahí, a nuestro enemigo.

 

Difamación. En eso “Ríos Revueltos” era un especialista. Era la continuación de las formas sutiles como aquellos adalides de la libertad, confundían a los ignorantes. Mediante todas estas prácticas, de manera vergonzante, este no era más que un estigma de familia en donde los buenos y los malos eran mejores que él. No era nada. Era una historia truculenta y angustiosa en la que durante más de 50 años fueron creando para justificar lo injustificable. Estaban tratando de ocultar lo que muchos sabían. No era más que un bobo, un cretino, un retrasado mental. “Ríos Revueltos” siempre se había aprovechado de esa situación, y había logrado por fin lo que nunca lograron en toda su vida: “Lo había enloquecido”.

 

Y así fue como anduvo muchos años arrojando babaza sin saber quién era. Todos se burlaban. Y todos creían que se iban a ganar algún premio. Y “Conciencia” por fin pudo concluir a lo que un lavado de cerebro puede llevar a una persona. Sí, había estado sometido al imperio de la sugestión en que el gobierno mediante sus villanos podía destruir de por vida a una persona. Ya Kafka, lo había sugerido en sus obras. Y el séptimo arte en “La Naranja Mecánica” o en “Atrapado sin salida “, nos lo habían contado.

 

Y para no ir más lejos, Orson Welles con ls invasión de los marcianos, a pesar de que lo había anunciado de antemano, y contó por los nuevos medios de comunicación de que era una ficción, demostró lo que se podía hacer con el imaginario colectivo de las personas. Y por qué no contra una persona en particular. “El Embrujado” no había sido más que eso. Todos habían querido participar en el complot. Había sido un conejillo de indias. Y no era más que parte de un extraño secreto de imaginarios en un país que en estos tiempos modernos soñaba con ser uno de los mejores.

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