Historias de terapias


1.

Digamos que Ud. come lo normal como cualquier cristiano, pero qué haría cuándo de pronto nota en sus deposiciones lo que parece un pedazo retorcido de plástico como si se lo hubiera tragado, y que posiblemente fue lo que le provocó retortijones durante esos días dentro del estómago, cosa que le produce una especie de temor porque ya está convencido que su estómago puede ser parecido al de un faquir, de esos que uno veía cuando niño que se comían cualquier clase manjares. Para fortuna este logró salir del laberinto intestinal, y supone que alguien se lo dio sin que se diera cuenta.
-¿Y cómo saberlo?

A tantos sitios adonde ha ido, y que le recuerdan a un amigo, que cuando le contó parte de lo sucedido en esos años inverosímiles qué siendo tan irreales, trastornaron a más de uno, en medio de esos sueños que construyen los humanos, le respondió:
-Dio la pata.
.
Y es cierto. Hubo otros que mediante el miedo y la sugestión actuaron en grupo, y qué cuando se dio cuenta, el hijo de la tía siendo tan joven y haber vivido pocos años en aquel sector de la "La Casa Embrujada", resultó con muchos comparsas en aquel barrio, que incluso hasta los gendarmes resultaron asociados suyos. Ud. muy seguramente es un aparecido a pesar de haber vivido allí más de treinta años, y entonces intuye que en estas ciudades por debajo de cuerda existen otros intereses, que muy probablemente entre todos se reparten los bienes de aquellos que van dejando esta vida, porque los matan o los hacen aparecer idos de sus cabezas, que terminaron bajo las llantas de algún carro, o se suicidaron así porque sí.
-Pare de contar, no me diga más; dirá "Mentiras Frescas". Ud. Mentiroso.

Como la historia que me comentó el comisario Rincón acerca de este, y así muchos otros donde me lo han dado a entender. Aguafiestas dirán.
-Berrinche porque Ud. No es como nosotros, también declarará "Mentiras Frescas".
                                                 
Nadie me cree, y sin embargo no entiendo por qué muchos se ofenden, que incluso casi que no me dejan contar estas historias. O sea que si digo que en una ocasión  me dieron una hamburguesa con la que me quería matar el que la preparó tan sabrosa, me dirá que soy un mentiroso. Que tuviera un cable de electricidad con muchos filamentos dentro de ella, y donde el plástico estaba hacia el lado en que la tenía que tragar, mientras los filamentos de cobre estaban pelados y hacia afuera del paladar de manera que uno la pudiera confundir con una loncha de cebolla cabezona, y así...
-¿Ya sabe lo que voy a decir, verdad?

Es como que vea a un personaje que va con su novia, y que se sienta muy cerca a contar sus historias. y le advierte que no vaya a entrometerse en lo que diga, y como entre serio y serio va contando unas historias absurdas de masacres y villanías, y le sigue diciendo que no se retira porque está de servicio, mientras unos agentes policiales y motorizados pasan, y uno de ellos nos mira en son de burla, y al darse la vuelta nuevamente nos observa como si fuéramos unos sospechosos, mientras este sigue con su terapia, y quien aparentemente se dirige hacia Ud. mirando feo y en son de ofensa, y después de haber oído toda su retahíla le recuerda a un familiar que prestó servicio militar, que decía en aquellos años juveniles, que en ocasiones así había que hacerlo para crear la zozobra. Es entonces cuando caigo en la cuenta que está haciendo su teatro, pero por ser primerizo de esas circunstancias aciagas, uno se asusta un poco al ver que está ahí pendiente e hilvanando una historia macabra, mientras que para evitarse una afrenta, uno tiene que partir por si de pronto no sea pantomima, sino que está hablando de otra cosa, pero que cualquiera lo entiende como una provocación, y el gendarme que nos observaba se retira también en son son burlón.
-Pobrecito, dice otro.

Así uno va entendiendo que así son los lavados de cerebro, pero que ahora la juventud los llama terapias.
-Cállese, dice mi alter ego.
-No diga más, carajo, dice "Mil Muertos".

Y sin embargo, el comisario Rincón sigue contando dichas historias que siendo ciertas, parecen inverosímiles.
-Y si son así, porque me bloquean en todos los cafés internes que frecuento.
-¿Qué pasa viejo, te estás enloqueciendo? Podría decir otro.
-No papá, al que enloquecieron fue al "Embrujado". Yo tan solo cuento estas historias que otro me dicta, pero que en cierta medida parecen ser reales.

2.

Y ahora que tal esta terapia. Así me la contó "El Embrujado". A Ud. le hacen una encerrona durante años en una misma casa, por no decir que también en otras, y así termina confundido. Son personajes de esos imaginarios que casi nos convencen de ser de los mejores, y cuando uno se da cuenta son falsarios. Pero lo peor de todo, cuando cree que es por haber sido muy amigo de esas ideas que preconizaban la transformación de un nuevo orden social, a la vuelta de los años tras haber sido víctima de intentos de asesinatos muy disimulados, entiende que deben existir otros intereses muy soterrados, pues a donde va todos le arman la bronca. Y claro que "El Embrujado" me convence con sus historias. Que se siente a degustar una cerveza, y que mientras espera a una clienta, llega un fulano con otra muchacha, que también se sienta al lado a hacer su respectiva terapia.
-No se vaya a meter porque si nos vamos a las manos, quédese quieta.

Su mirada la extiende hacia uno con rabia, mientras unos imberbes pasan fumando y repartiendo entre si su vicio, que a cualquiera conmueve porque se puede estar en un sector inseguro.

Y no. Las apariencias engañan, aunque ya antes estaban preparando el festín.

Entonces sale en busca de una droguería para comprar una pasta para el mal de estómago que digo, y después entra a un café Internet a contar sus historias que son precisamente de este tipo de persecuciones, y entonces se aparece una especie de loco, o yo que se, y le dice:
-¿Ya está matando? Siga así.

Aunque ya lo ha visto por esos lados varias veces, en son de broma le responde:
-¿Y...?

Como si hubiera leído lo que acababa de escribir, y sin publicarlo todavía.

En vez de estar haciendo esas vigilancias tan privadas y recursivas por qué no se dedican a su oficio, si es que lo tienen. De la misma manera uno va armando su historia, y lo interesante del asunto es que ya a "El Embrujado" le pasaron cosas parecidas en la susodicha casa de la que tanto habla. Es que fueron tantas, que todavía a veces pierde los estribos, tal y como lo decían nuestros campesinos de antaño.

Una vez se le dio por hablar de "Voz de Humo" a tempranas horas de la mañana, pues parecía ser el espía que lo perseguía desde que entraba hasta que salía, y en una ocasión que lo provocó, al otro día se lo comentó a su mujer. Y conste que no había celular ni nada que se le pareciera en la casa como para decir que las paredes tenían oídos. Al momento de salir ya estaba esperándolo en la puerta aparentando que iba a barrer, y como dando a entender que era una especie de brujo que todo lo sabía. Una sorpresa terrible además del susto, y a  pesar que vive en la salida del callejón. Como por esos días le habían hecho muchas terapias a donde si pagaba algo en alguna tienda, decían que no lo había hecho, que incluso ya mucho antes en otro barrio que vivió -Murillo Toro- tras haber comprado un mercado en una tienda, y al dejarlo guardado un momento con el dueño, al regresar se lo habían robado, y que después comprobó que no fue así, por que el tendero le devolvió el valor del mismo como si no le hubiera querido vender, mientras otros lo apostrofaban en las calles, y además todos esos vecinos parecían familiares del que estaba interesado en matarlo, y contaban con todos los recursos suficientes para matar o enloquecer a una persona.
-Válgame Dios.

Ni siquiera les importó las varillas que tenía en la columna vertebral porque se parecían a aquellos que matan impunemente sin mediar una palabra y sin tener por lo menos la certeza del por qué. Después, gracias al comisario Rincón supo que lo tenían enredado dentro de su misma familia, y que estos vecinos estaban interesados en sacarlo de la casa a como diera lugar, ya que todavía no lo habían podido matar.

Cada que salía por ese callejón, algún familiar de "Voz de Humo" ya lo estaba esperando. Y durante mucho tiempo, tan pronto abría la puerta, este también lo hacía. Incluso decidieron entre ellos mismos colocar un candado  en la puerta de la reja del callejón, cosa que lo preocupó porque era como si le dieran a entender que era un prisionero de ellos, sin contar con los timbrazos que todos los vecinos hacían a la media noche desde la puerta de la entrada a aquel interior, preguntando por fulano o zutano para despertarlo y amedrentando.

En medio de estos ardides todo un grupo de figurones salían a hacer lo mismo que incluso hubo un gendarme pensionado en la plaza de mercado del barrio Santander del sur, que se puso a contar la historia de cómo había matado a otro con sus propias manos, y con el fin de que lo escuchara.

Cuando su mente se fue despejando, se dio cuenta que lo querían sugestionar, que cuando hablaba con un amigo acerca de otro que era como detective, otro fulano hacía el amague de parar su moto, y al levantar su patica lo pateaba en una de sus piernas, y en más de una ocasión otros lo empujaron y lo amedrentaron que hasta perros conocidos de vista, se los arrojaron muertos o drogados por las calles. Historias sin fin, por que parecían que nunca terminarían.
-Tome pa´que lleve. Le dijo otro, en una cafetería.

Así fue como intentaron desmoronar su condición humana que incluso muchas veces creyó que su corazón se iba a reventar del susto.Y fueron así muchas las argucias tan inverosímiles, que creo que es así como enloquecen y amedrentan a una persona. "Si por allá llovía, por acá no escampaba", podría decir "El Embrujado".

Cuando "Ojos Azules" lo quiso hacer atropellar de un carro, esa noche que se trasnochó fabricando aretes y collares para ir a venderlos por los lados del barrio Codito en el norte de Bogotá, le dijo a su señora que iba a salir muy temprano de la mañana, para comprar en San Victorino un herraje que necesitaba. Este lo esperó justo por donde tenía que pasar como si fuera un brujo.

Cuando llegaba a la casa entrando por aquel callejón a solas, "Voz de Humo" le gritaba desde adentro y sin mostrar su cara:
-¡Está muerto!

Y así lo hizo muchas veces en son de bronca. Amedrentaba. Aunque ya lo habían logrado desde que casi lo castra Damián en la entrada de su casa, perro del que era dueño su padre –un gendarme- que era la mascota de aquella familia, lo mismo que otros lo hacían hablándole de amenazas por las calles casi que en sus orejas, y todavía recordaba que cuando se subía a un bus en San Victorino o cerca de la “Casa Embrujada”, alguien trataba de hacerse detrás de su puesto para vociferar disimuladamente.

El día que leyó en la biblioteca Luis Angel Arango los libros que le pudieran ayudar a comprender lo que le había pasado con el Delirium Tremens y la escucha de voces desconocidas que iban y venían, y parecidos a las de los discursos donde lo regañaban y retumbaban en su cerebro, comprendió parte del entuerto. En esos estados mentales las personas oyen voces y voces sin sentido. Pero cuando supo que nunca se asemejaban a la de un conocido, a un amigo, o que su discurso fuera coherente, pues estos cuando le mostraban su cara y estaban delante de algún testigo ni siquiera se inmutaban.

Así comprendió la terapia que le hacían, y cayó en cuenta que en San Victorino, o en los San Andresitos, se conseguían unos diminutos receptores que podían escuchar todo lo que dijera una persona desde el otro lado de la pared, y a menos de diez metros de distancia,  por un valor que no pasaba de $10.000 moneda colombiana. Una bicoca por no decirlo, pero que aquellos buenongos vecinos con sus comparsas seguramente los utilizaban en sus proyectos, ya que también podrían estárselos haciendo  a otros. Comprobó que también habían usado ondas hertzianas para que Primorov y otros le hicieran oir sus discursos largos, que en una ocasión casi se enloquece en el hospital del Restrepo esperando a un medico para que lo atendiera, porque en "La Casa Embrujada" escuchaba voces de antiguos amigos, la de un político en aprietos que le solicitaba un apoyo, lo mismo que la de aquel familiar cuando iba en un bus hacia Chapinero, y que al comienzo de aquel discurso pudo escuchar cuando dijo:
-Coloque el casete.

Ahí descubrió que todo era una trampa.

Estaba loco para otros, pero por debajo de cuerda sabía que era cierto que lo tenían como "Conejillo de Indias".
-¿Y a cuenta de qué tanto trabajo contra este, desde niño?

El comisario Rincón se lo iría contando poco a poco para que escribiera estas historias que en Venezuela no entendió, pero que aquí tomarían más sentido.
3.

-¿O sea que hay locos que hacen terapias a otros locos?

Supongo que esa pregunta "El Embrujado" se la hizo al comisario "Rincón" o a "Conciencia", acerca de esas situaciones que Ud. puede vivir, aunque a la mayoría le parezca raro.

Alguien que está medio ido de si mismo puede tratar de enloquecer a otro mediante la amenaza sutil que solo los que tienen poder a los que este llama "Los intelectuales de la muerte", y que me lo ha repetido muchas veces, lo han hecho llegar a los límites de la locura gracias a estos secretos que nunca los ve, sino en el cine o en las novelas de suspenso cuando figuran como delincuentes de cuello blanco, porque nadie se los imagina, y porque los tienen constreñidos sicológicamente para que hagan sus barbaridades. Se imagina a unos mendigos o viciosos ejerciendo supuestamente la ley que otros les dicen que la hagan cumplir, mientras ellos se lavan sus manos. 
-¿Y qué? Dijo "Pandilla Salvaje".

Es cierto. Por estos lados del barrio Gaitán tuvo un amigo dueño de un colegio con el que le fue muy bien. Aunque dejé de verlo hace más de 40 años, otro confidente suyo le ofreció en venta una de esas motos de la segunda guerra mundial, y que para que la probaran lo invitó a ir hasta Boquerón. Qué se la pagara como pudiera, ya que tenía un sueldo muy bajo. No le caminó al asunto, pues nunca le gustó ese oficio de andar en ellas, y mucho menos ahora que tiene varillas en la columna vertebral gracias a estos pichurros de los intelectuales de la muerte que tienen como oficio´pisotear a los demás. Son falsos. En fin, no se le puede olvidar, porque una vez que fue a su casa, este discutía con un agente de policía sobre algo que nunca supo, pero que si recuerdo que dijo que lloró profusamente porque su nervios seguramente estaban bajo alguna impresión provocada por aquella discusión con aquel vecino que en ese tiempo tenía el poder en sus manos, y porque estos imaginarios no concebían que otros pensaran diferente a ellos.
-¿Y qué le pasó? Le dije al amigo que me hablaba sobre lo que le sucedió a éste.
-Pobre -me contestó- dijo. Tuvo un problema sobre unas tierras en la zona rural de Ibagué, y parece que debido a esto ya no puede ni andar. Nadie lo sabe. Con una escopeta de fulminantes, le dispararon por la espalda un día que fue a visitar las tierras que tenía en disputa con un vecino.
Muchas veces es preferible perder que lamentar, no les parece. Así son las terapias que hacen estos personajes que creo que en son de broma, pueden llevar a otro a la tumba. Y todo porque hace poco en un sitio que frecuento, otro que no distinguía me dijo en son de broma:
-¿Y a dónde va pasar la navidad?
-No sé, le respondí.

Me hizo recordar a "El Embrujado" a quien frecuentemente le hacen esas terapias estos personajes que siendo locos salen a amedrentar sin más ni más. Le mandan a otros tan parecidos a allegados como si supieran quién es. "Mire no más, cuando estaba demente fui a buscar a un medio hermano -eso dicen claro está- que quería colaborar conmigo, y que me acababa de dar por teléfono la dirección donde tenía su negocio en pleno centro de San Victorino, muy cerca de lo que fue en su tiempo la Plaza España, y que quedó donde hoy es el Abasto de Patio Bonito, pero cuando fui no lo encontré. Un vigilantes privado de lo que fue la antigua plaza de mercado y que hoy es un centro comercial con el mismo nombre, me hacía señas con sus manos y a veces bajo la forma de una pistola, con las manos detrás de su espalda como si estuviera esposado, y que tiempo después supe que era un ex detective del antiguo Departamento de seguridad –D.A.S,- que vigilaba aquel sector por cuenta de los comerciantes,  y en medio de estas especies de esbirros que comencé a recobrar parte de mis sentidos por que siempre andaba como embobado debido a unas pastillas formuladas por el siquiatra que me producían mucho sueño, para que los nervios no me aturdieran, mientras los intelectuales con su trabajo sutil y sus nidos de cloacas trataban de hacer lo imposible para aturdirme. Estos imaginarios trataban por todos los medios de mantenerme alejado de la cruda realidad que estos imaginarios habían montado contra mí. En fin, tal y como lo contaba "El Embrujado", a mi también me han pasado cosas parecidas".
-¿Me entiende papá? A veces lo ponen a hablar solo con su álter ego .

Así le pasó a "El Embrujado". Lo provocaban antes de llegar a la casa, y entonces se ponía a hablar consigo mismo y con el fantasma que lo perseguía, que en algunas ocasiones creyó que en realidad existía. Pero no, entendió que las voces de "Voz de Humo" cuando pasaba cerca de la casa, sí eran ciertas, y que algún encumbrado de esos personajes había colocado toda una suerte de trampas sugestivas mediante estos esbirros que dije, pero que para el caso, al leer aquellos libros de siquiatría comprendió que estos trabajos existen, y que como si fueran de familia todos se conocían entre si.
Por una calle céntrica y antigua de Bogotá, pudo ver como pasaron en un carro otros familiares que se mofaron porque creían que ellos sí estaban cuerdos y con buenos negocios, mientras  él andaba loco sin ningún empleo y con muchos vigilantes privados de calles que lo aturdían mediante amenazas, y que entrelazados con los del  alto curubito del poder se creían los dioses de aquellas vías públicas. Allí iba la mujer de otro hermanastro, mientras al que fue a buscar lo vio mucho más adelante por la misma acera, que decidió alcanzarlo sin lograrlo, ya que si apuraba el paso este  también lo hacía, un truco real muy bien elaborado por aquellos intelectuales  que a ciencia cierta sabían que iba en busca de este, y como si fueran policías secretos, dispusieron su obra de teatro para confundirlo con la realidad. Lo querían loco o muerto a cuenta de una posible herencia.

Después, este comenzó a confrontar aquella realidad. Era otro parecido que muy posiblemente trabajaba por los lados de "La Calle de la Culebrera" que estaba muy cerca de la estación de policía y "La Casa Embrujada", y que así actuó en conspiración con los familiares que le querían hacer ver visiones, y que mediante pesadillas lo llevaron a la locura y al saqueo de lo heredado, y al robo del valor de los contratos que celebró con el Bienestar Social del Distrito, sin que hasta ahora le pudieran quitar las varillas de la columna vertebral, o que se la desapareciecan tal y como le hizo creer uno de esos cristianos que viven de sus cautos rebaños, y quien se los ayudó a finiquitar.

Lo descubrió por esos mismos días cuando llamaba desde un teléfono público en aquel lugar, y que al darse cuenta que lo estaba viendo trató de reírse. Así descubrió la trampa que hábilmente fue preparada, le recordaron a lo narrado en la película de "El Golpe". El comisario Rincón, así se lo dio a entender.

Otro personaje que digo, aquí en Ibagué me hizo caer en cuenta esta situación que vivió "El Embrujado". Se burlaba y estaba muy ebrio.
-Yo se que Ud. es buena persona porque si no, estaría muerto.

"Muerto por qué, pensé. Ni porque fuera delincuente".

-¿Y cómo la va a pasar, insistió en son de broma?
-Conozco todo sobre su vida, siguió diciendo. 

Era un albañil que construye casas y tiene contratos, por lo que me dejó alelado, y como si estuviera haciendo su horrible labor de sapo de calles.
-Venga, tómese una, me dijo.

Yo sin embargo opté por hacerme el desentendido, pero me hizo acordar de las peripecias del pobre "Embrujado" en el primer diciembre que según dice regresó a Ibagué no hace más de 7 años, y que fue víctima de un atraco o cuasi secuestro por otro de estos personajes que todavía no tiene bien claro, porque iba en contra vía en bicicleta, y como si supiera que tenía que pasar por allí, me estaba esperando a la media noche por la avenida del Jordán muy cerca adonde ahora se construyen unos apartamentos, y qué dejándola en la calle cerca de la acera se le abalanzó a agredirlo, lo que hizo que juntos se fueran a la mitad de la avenida, y sin dejar de mirar a su agresor, y sin distinguir su rostro gracias al susto o a la oscuridad, todo drogado, le gritaba:
-¡Ahora si dígame algo, ahora que vengo empepado! Muestre el bolso. ¡Sapo!

Aunque le hizo varios lances con los puños cerrados alrededor de su cara, como si con esto lo dominará,  alcanzó a darse cuenta que ya su bicicleta estaba muy lejos de donde la había dejado, ya que "El Embrujado" se fue devolviendo de donde venía, lo que hizo que se regresara a recogerla.

A veces creo que se confunde debido a  toda esa suerte de pesadillas porque cree que puede ser uno de los tantos que le han salido en estas calles y por eso mantiene prevenido. Y cuando fue a coger un taxi que venía a esas horas de la noche, otra muchacha salió sin saber de dónde, y lo hizo parar enseguida para que la recogiera.

Otro taxista que pasaba por el sector, lo salvó oportunamente.
-Si quiere llamamos a la policía, le dijo el conductor que alcanzó a darse cuenta que detrás podría estar "Pandilla Salvaje".
-No. No, dijo con los nervios crispados "El Embrujado". Mejor nos vamos. 

Por alguna razón el comisario Rincón le ha insinuado a este, que todo es de familia, y que obedece a un extraño estigma de los años 50 del siglo pasado, como si existiera algún legado oculto, ya que dentro de los muchos amigos que tuvo eran hijos de abogados prestigiosos o de políticos en trance de aspiraciones personales, y de gendarmes perspicaces que como si hubieran sido motivados por alguien algo que desconocía, salieron a hacer sus trabajos en aquellos años a donde la ley parecía estar por cuenta de los que teniendo dinero y poder, marcaban al que fuera, sin importarle si era o no, un delincuente.

Razones más que sugestivas para entender que no todo lo que dicen de una persona es como la pintan. En secreto muchos actúan y lo amenazan de frente a sabiendas que entre ellos quedaran guardadas sus actuaciones como si fueran producto de un ajuste de cuentas entre familias. Así lo hacen estos personajes ladinos: “Actúan como intelectuales de la muerte porque a sabiendas que no existe el cuerpo del delito, nadie ni la misma ley los va a castigar”.

Y aquellos imaginarios se burlan y se hacen ojitos entre si, que incluso el propio "Embrujado" habiendo sido amenazado y constreñido en esa casa, ninguno de estos salio a protegerlo.

4.

Hay terapias que pueden ser mortales. Si los que las hacen no triunfan, saben que les queda esa marca sicológica en sus victimas, y que sobre ella lo seguirán atormentando. Y no le dicen ni una palabra al agredido, pero entre ellos siguen trabajando sobre lo mismo. Así hacen de esa presión sicológica un rumor en las calles que incluso lo usan contra sus hijos, y a todo aquel que les deba algún favor lo meten en el entuerto, que incluso participan familias  de esas cadenas siniestras por que  los delitos que han cometido deben resarcirlos de esta manera. Obligados deben apoyarlos.

A "El Embrujado" no solo le pasó en aquella casa, si no que incluso en otro país también se la hicieron. Así fue como apareció el comisario Rincón en su vida, mucho antes que comenzara a escribir estas crónicas que no tienen nada del otro mundo, pero como andan confundidos también a uno lo agreden creyendo que es el mismo que escribe.

Y no, se las dicta el comisario Rincón para que caiga en la cuenta que ni lo de "La Casa Embrujada" importaba, sino que el fin único era asesinar al imaginario de "El Embrujado". Estas historias no existirían ni nadie ajeno a estos personajes las sabría, igual a como sucede en la vida real con algunos que se mueren por un infarto o un envenenamiento raro que ni la ley ni nadie se da cuenta de queellos lo hicieron Todos quedan tan felices que seguramente hablaran de sus propias morbosidades que pudieron haber hecho. Tal vez no lo crea, pero esta que sigue a continuación puede ser una de las mejores terapias que he visto.

“Un psíquico enloquecido asesinando a su víctima mediante el miedo y la sugestión”.

Vea que lo que sucedió con "El Embrujado" y que tal vez le pudiera pasar a Ud., aunque hace parte de una leyenda que comenzó desde que nació tal y como se lo dijo un ibaguereño conocido desde niño.

-¿Sabe cómo me llamo? Se lo preguntó en son de broma.

Se le acercó por los lados de la 9a. etapa del Jordán a decírselo, mientras recordaba que juntos estudiaron en el mismo colegio. Era un vendedor de las loterías de la suerte que mediante el artilugio de su pregunta le insinuaba algo, y aunque no le supo responder, enseguida le siguió diciendo:
-Mi nombre es el de un personaje bíblico.

No le pudo decir cuál.
-¿No recuerda el del "Salvado de las aguas"?
-No, le contestó "El Embrujado"
-Moisés, le respondió.

Esta era la continuación de una de las muchas terapias que durante todos esos días pulularon por las calles como si todo un grupo de gente estuviera interesada en amedrentar para que olvidara los acontecimientos vividos en "La Casa Embrujada", y que como terapia se dedicaron a contarle quiénes y cómo lo habían intentado matar, para que supiera quiénes mandaban en las calles, y que él no era nadie. No merecía vivir. Y sin embargo sabía que estos personajes más que bandidos no eran más que unos vividores a costillas de otros. Alguien les pagaba, o algo se iban a ganar. O a alguien les irían a cobrar su muerte. 

Así le sucedió con “Amado”el día que  se apareció por el barrio Centenario, cuando tuvo que sacar unas fotocopias a sus papeles de estudios y de trabajo en el magisterio, antes de presentar unas pruebas para el concurso de docentes que había en el Distrito Especial de Bogotá. Lo siguió un buen trecho, y nunca más durante un buen lapso de tiempo, supo de él. 

Luego, habiendo pasado las pruebas de ese concurso, las fechas de su citación a la entrevista por la web  las pudo saber porque en todos los cafés internes a donde entró en aquel vecindario infernal, al mirar y hacer clic donde figuraba su nombre de aquel programa, no funcionaban. Como si el link no hubiera sido puesto por alguien que desde lo alto del curubito del poder le interesaba que no se presentara. Al otro día después de haber pasado las pruebas de las entrevistas en una universidad estatal que queda por los lados de los cerros orientales, al este mirar nuevamente, el link  ahora si estaba activado, como si fueran los mismos directivos responsables de las pruebas los que lo hubieran hecho a propósito.

Decidió ir él mismo a la universidad para saber qué había pasado. Al intentar hacer una carta para dirigirla a los encargados de los que hicieron la entrevista, ya que la suya había pasado, “Amado” se apareció nuevamente aduciendo que lo mismo le sucedió. Conocía a los profesores e incluso le presentó al supuesto jefe encargado por el gobierno para realizarlas, y luego que se la confeccionó amablemente como todo un experto en manejar las técnicas básicas de la computación, y sin que hubiera una copia de lo solicitado, para ver si era posible hacer la entrevista no hecha en el tiempo programado, y se la entregó al presunto director. Solo un correo recibió al otro día, que fue borrado por algún hácker en otro tiempo dentro de su cuenta de correo, mientras que fue casi que la última oportunidad que tuvo "El Embrujado" para tratar de rehacer su estabilidad económica.

“Amado” se ofreció a llevarlo en su carro hasta el centro de Bogotá, mientras le dijo que lo esperara un momento. Ahí comenzó su pantomima sugestionadora, y que el comisario Rincón al saberla, le advirtió que de por medio existía toda una confabulación contra él, que venía desde la Culebrera, y que era de supuestos gendarmes.
-¿Y las placas del...?

No importaban,  pues estaba vivo. "El Embrujado" vio cómo hablaba el tal “Amado” con otro que parecía ser un profesor de aquella universidad, y así comenzó a recabar en su memoria que lo había visto ya antes hacía muchos años en algún lugar, como si hubiera sido en algunos de los multiples mítines que los estudiantes hicieron en la época de su juventud, y sin saber a dónde. Presintió que este lo quería llevar por esa avenida que era muy solitaria por un buen trecho hasta la ciudad, y como pudo se bajó y se fue solo. Después volvería a ver el carro en el interior de aquel laberinto de la maldita casa en la que vivía, y que de esta manera le estuvieran haciendo su terapia, y nada menos en el mismo automotor en el que había llegado a sacarlo el supuesto hijo de la tía, que casi lo mata.
-Si quiere llamo a la policía, le dijo el día que le tiró con el empeine de su mano sobre el hombro izquierdo, donde "El Embrujado" había escrito en estas crónicas que era ese el lado del cuerpo que se le dormía, y que hizo que en una ocasión se cayera.
    
Comprendió que esas eran las maneras de hacer sus terapias para atormentarlo, y qué Moísés al decire quién era, lo que hacía era recordarle otras historias que tuvo de niño, y que el día que se quiso bañar en una quebrada en la Virginia, una vereda de Prado (Tolima), al ver que unos primos menores suyos lo estaban haciendo, lo hizo en ropa interior, ya que no tenía pantaloneta de baño. 

Ante el asombro de estos familiares lo que siguió fue que un familiar le obsequiara una pantaloneta nueva que  estrenó  en uno de los bañaderos que hay en "El Salado", y donde casi se muere ahogado. Como creía que nadar era lo mismo que andar común y corriente sobre el piso, sin entender que así no se hacía, se lanzó directo al charco en un día de diciembre en que los vecinos de la familia con la que vivía fueron a festejar un fin de año.

Francisco lo Salvó. Un mecánico que trabajaba por la calle 16 de Ibagué, y que hacía el papel de un hermano mayor, evitó que se ahogara cuando ya había tragado mucha agua. Antes se dio cuenta cuando sus manos volvieron a salir a flote de entre el agua, y vio a su madre que pedía auxilio. Gracias a que nadaba perfectamente, logró zambullirse lo suficiente para impedir que se hundiera para siempre. Un susto fatal que otro amigo quiso explotar al invitarlo a nadar a la reciente represa de Prado, y que en Catia la Mar en Venezuela otro también lo invitara a lo mismo. Para “El Embrujado” estas eran terapias mediante las cuales le querían recordar esos aspectos trágicos vividos. En la vida real existían estos perfectos personajes que sabiéndolo todo, mediante los recursos sicológicos y los complots que urdían con sus sabuesos de calles podían enloquecer al que tenían dentro de sus marcas, o llevarlo incluso a la tumba. Para ellos, el respeto o la moral y las buenas costumbres no eran nada. Incluso no importaba que fuera un inocente al que estuvieran importunando, ya que eran pragmáticos en sus quehaceres, y que se parecían a las pruebas de fuego que en los tiempos del medioevo los inquisidores usaban sin importarles nada respecto de las vidas de sus torturados. Los obligaban a confesar los delitos que no cometieron, y  mediante ellas terminaban en una muerte cruel. Así fueron las pruebas diabólicas que llevaron a millares de inocentes a la hoguera, y no eran más que las justificaciones de manera legal de sus crímenes con el cuento que eran los que participaban en sus cofradías contra ese enclaustramiento clerical, cuando en realidad lo que querían era una libertad religiosa.
        
Y sin embargo, aquel que parecía ser un profesor de dicha universidad, y con el cual charló “Amado”, lo conoció en uno de esos cursillos de política que se hacían en la universidad Central en Bogotá, cuando desde Ibagué fue a hacer uno de estos. Si. Tardó como dos o más años en reconocerlo, hasta que recordó que era oriundo de otra “Virginia” que hay en Risaralda, donde juntos hicieron unas prácticas políticas en la organización de unos mitines por los lados del barrio de invasión  “El Quindío”. Esta era otra terapia para amedrentar, e incluso bien pudo ser para matarlo.
-¿Y lo del carro qué? Le gritó su alter ego.

Si. Esta terapia que siguió fue todavía peor, como si fuera la constatación de que siempre había sido perseguido por estos imaginarios. Era posiblemente la mejor y la peor de las terapias.
-Cuéntela, dijo el comisario Rincón.
-Si. La voy a a contar, dijo "El Embrujado".
-Son del alto curubito del poder, dijo su alter ego. Es la persecución de toda una vida.
-Veamos, dijo éste. 

La intimidación no solo era sicológica, sino que también estaba acompañada de golpes sin que nadie se diera cuenta. Se trataba de matarlo no solo a punta del miedo. 

5.

-El que golpea primero, golpea dos veces, y así vuelve y repite.

Se lo dijo en alguna ocasión, Miguelucho  en Ibagué.
-Ya sabemos que esas terapias son de familia, dijo el comisario Rincón.
-¿Y lo podemos probar? Arguyó "Conciencia".
-Claro, dijo el comisario Rincón.

Y lógico que nadie se quería meter en ese tema de las pruebas porque no las había.
-Supuestamente se las creen que no las hay, dijo el comisario.

Así es como han tratado a "El Embrujado" por estos tiempos evitando que los denuncie a sabiendas que todos saben quiénes son. Es como si fuera un negocio particular, aunque aparentemente son de ley.
-Este tipo de trabajos es viejo, volvió a decir el comisario.

"Conciencia" lo sabía. Y yo por lo que me contó "El Embrujado" en alguna ocasión así lo creo. A Ud. le sale un personaje parecido a otro de los que le salió en otra ciudad, y le hacen crear la duda. Enseguida piensa que son de familia, y no. Son esas escorias que uno no cree, pero que están haciendo sus trabajos donde nadie puede creer que le están enviando un mensaje cifrado, aparentando los de yo no fui. Alguien lo espera en la Plaza Murillo Toro junto con otro, y a sabiendas que allá va a ir,  lo espera y le grita:
-¡Marica!

Y le da una  patada en el pie. Es un personaje que conoció de joven y que sin embargo no sabe por qué le salió a espetarle, como si le debiera algo. Y justo después se lo encuentra a la salida de la casa, cosa que solo lo sabe el aporreado y los que los mandaron. Un muchacho que parece que recibe la orden de los instigadores que aparentan ser sus vecinos, pero que se asemejan a las que le han hecho en otras ciudades y en otro país, tal como le sucedió a "El Embrujado".
-Son de ley, dijo el comisario Rincón.
-Pero de la mala, arguyó "Conciencia".
-De los nuestros, mejor dicho, dijo "Ríos Revueltos".

 Está marcado porque conocen a todos los que le han enviado a hacer ese tipo de trabajos sicológicos y así aparentan ser los dioses que mandan en las calles, y en ese enredo le sale otro y otro adonde cada uno le recuerda que algo le pasó en su vida con ese fulano o con zutano; y como si fueran sanguijuelas, si se descuida...
-¡Zas! Dijo "Ríos Revueltos". A mí que me esculquen.
-Lo ve, dijo "El Embrujado".

Llega a su casa y ya hay otro que lo ha dejado entrar por condescendencia de los mismos familiares, porque así es este tipo de trabajos. Las personas de buen corazón se comportan con los que los intentaron matar como si nada hubiera pasado, y cree que haciéndolo así, algún día podrán ser dignas de su amistad.
-Si está vivo, dijo "Mil Muertos"
-No me vaya a decir que hay entuertos de imaginarios que se inventan sus historias para...

Y sin dejar que terminara "Ríos Revueltos", el comisario Rincón intervino y dijo:
-Pelagatos.
-Matan y comen del muerto, dijo "Conciencia".

"El Embrujado" que no sabía qué responder, me preguntó qué haría en esa situación.
-Pregúntele a su alter ego, respondí.

Uno sabe que cuando estaba ido de si mismo, sus vecinos lo ponían a hablar solo a fuerza de sus provocaciones, y sus perseguidores no eran más que una cofradía de ladrones de casas y de legados. 
-Así de sencillo, papá. ¿No le parece? dijo "Ríos Revueltos".
-O sea -dijo el comisario Rincón- que  crearon un enredo de familia, mientras otros se lavaban las manos como Pilatos, porque tenían negocio con otros de más poder, para que se pareciera más a una venganza de familia o de vecinos que a una confabulación bien soterrada.
-¿Pilatos, acaso no se lavó las manos? Dijo "Ríos Revueltos".

Es como cuando todos son como brujos que saben que su trabajo  no es más que de sicología.
-Y si se descuida, tome pa´que lleve, dijo "Mil Muertos".
Así le pasó a "El Embrujado". Lo mordió un perro en los testículos en la puerta de su casa, como si fuera un accidente, y después otro lo sacó a pasear secuestrado en un carro, y con los años le mostraron el mismo automotor en aquel callejón, ya todo destartalado y vuelto nada, y en la que todos sabían lo sucedido, Y en otra ocasión lo sacaron a pasear cuando llegaba muy tarde de la noche en otro carro y con el correr de los años, también lo tuvieron estacionado casi que al frente de sus casa durante otro tiempo, y después "Ojos Azules" cuando fracasó en su intento con otro embolador de cara enjuta y tenebrosa para hacerlo pasar como un desquiciado que se le arrojó a un carro para que atropellara, y ante su fracaso le siguió mostrando la cara.
-No me diga más, dijo "Ríos Revueltos" asqueado. Estoy cansado de tantos fracasos.
-¿Y no le parece que estás son terapias? Dijo "El Embrujado.
-O sea que el que golpea primero…, trató de decir el comisario Rincón.

A "El Embrujado" lo golpearon en la misma casa, y le dieron el abrazo del oso sobre las varillas que tiene en la columna vertebral cuando el hijo de la tía lo apretó con sus brazos justo sobre  ellas, para dañarle la operación en la columna vertebral.
-Calle, dijo "Conciencia". Todavía hay ley.

Y la verdad es que a mí me da lástima del pobre "Embrujado". A veces creo que es uno de esos gemelos que le salen a contar a uno  esas historias que no parecen ciertas, pero que sin embargo le van creando la terapia del miedo y la zozobra, como si lo fueran a matar.
-Terapia pura, papá.
-¿Y vos,  por qué no estás loco?
-Déjeme terminar, le digo a este inoficioso que en vez de estar haciendo su trabajo se dedica a importunar. Espere le sigo contando, aunque pueda que de pronto el imaginario de "El Embrujado" sea el que lo cuente. No sé.
-La terapia ha sido larga, me dice "El Embrujado".

De toda una vida. Así lo parece. Y sin embargo no alcanzo a entender por qué el comisario Rincón le creó la duda, a sabiendas que muchos saben otras historias que se las han ido contando como en los tiempos de los antiguos imaginarios que tuvieron los griegos, y como si en la vida real Zeus y todos los dioses del Olimpo existieran. ¿O será acaso, la duda existencial? Escritores hay muchos, y este no se parece en nada a ellos.

6.

Ahora qué tal que contando esta historia otros salgan creyendo que son las de ellos.No me va a creer. A  "El Embrujado" le salen frecuentemente personajes siniestros  a amenazarlo como si lo que estuviera contando fuera verdad. Va por la ruta de siempre. Es una hora en que sin ser muy tarde la afluencia de gente es poca. Por la avenida quinta rumbo al Jordán. Y es una historia de esas impredecibles donde dos pelagatos le salen presuntamente a robarlo. Durante el día desde que salió, se encontró con uno de esos vigilantes de calles y de carros, y hace el amague de que va a tomar una foto. En el día anterior lo había visto  esperando un bus muy cerca de donde vive, y que haciendo el rol del que lo está esperando le dice como si tuviera algún negocio por cuenta de otro con él.
-Hola don bobo, le dice.

Lo hace a propósito. En más de una ocasión lo han hecho idéntico a como este lo hace, y donde le cambian el nombre, o por la calle desde motos o taxis los choferes le gritan epítetos provocadores. Otro día un vigilante de estos se le burló en su cara en aquellos días que recién llegado a Ibagué le salieron otros, que se convirtieron en verdugos sicológicos y le recordaron lo vivido en Bogotá en la "Casa Embrujada" a donde todo un grupo de fanfarrones lo amedrentaron.
Otro de estos vigilantes que hace sus oficios en los negocios cercanos, le dice  como si fuera una orden de particulares o de gendarmes:
-Debería largarse.

También hay todo un  grupo de empleados de un asadero de pollos que se mofan de lo lindo, y cada que va a comprarse una presa, comienzan con sus risotadas preguntándole que qué hace para ir tan de seguido a degustarlo. Parece una orden subrepticia que reina en el ambiente con el fin de incomodarlo y alejarlo del sector.

En una moto, otro pasa como si lo estuviera persiguiendo y metiéndose a la acera por donde va, ya cuando casi va llegando a la casa, le dice en tono amenazante:
-Lárguese a dormir.

Así comienza todo un espectáculo grotesco. En el Ricaurte un vigilante decide tomarse una foto con su familia y de paso tomarle la suya, y en otro sitio otros hacen lo mismo. Es así como le toca a veces taparse la cara para evitar semejantes payasadas. En los cafés internes adonde quiere escribir otra historia se lo impiden. Va  a uno u otro lado y no logra escribir lo que quiere. Le tienen saboteado todos los negocios en los que se apresta a escribir sus historias.
-Es un virus, dice uno de los dueños de estos, y que tiene un taller de mecánica o algo parecido.

La dueña de otro, le dice que se pase a otro computador. En la 26 con avenida Estadio hay otro que cada que va, nunca ha podido hacer nada porque no funciona el computador, y al preguntarle al adminstrador del por qué semejante incordio, le responde:
- Si no le sirve, váyase.

Es entonces cuando escribe o me cuenta las "Historias de Terapias" como si quisieran no dejárselas hacer públicas. Luego cuando va a su casa ya algunos de estos chóferes de estas cofradías no le gritan desde los taxis o las motos como siempre lo han hecho cada que cuenta estas aventuras, por que su perseguidor le tiene preparada otra terapia.

Dos imberbes sentados en la avenida quinta adonde hay un parque, y unos edificios construidos, y a donde se bifurca en una especie de calle que va a otro barrio, parecen estar hablando sobre sus cuitas, y sin que en apariencia se percaten en el momento que pasa.

Sin embargo, la intriga por todo lo que le ha sucedido en el día, le hace mirar entre los árboles a ver si están pendientes. Y si. Los ve que están observándodo. Es una trampa. En el día anterior y por esos días otros le han estado enviando mensajes parecidos. Iba en un bus para el Topacio cuando vio que otro lo observó desde la calle en el instante que el chófer paró el bus para dejar a un pasajero. Al arrancar lo miró de reojo, y supo que lo estaba vigilando. No dejó de mirar hacia el bus donde iba, como si estuviera pendiente.

-Paranoia pura, dirá Ud.

Hubo otro vendedor de calle que a veces veía,  y que se hizo el loco mientras le hacía gestos y se rascaba sus mentones insinuándole que lo iban a robar. Y así hubo otro en la plaza del Jardín haciendo esas terapias que nadie las puede creer. A pesar que durmió en un hotel ese día, a los dos días continuaría ese trabajo de sicología adonde otros simularon que tomaban las fotos tal y como lo hizo aquel vigilante con su amague. Sin embargo continúa por la senda sin prestarle atención a aquellos jóvenes que de pronto aparecieron corriendo tras de él, y mientras el uno lo agarraba de los cabellos,  el otro lo apretó fuertemente por los brazos, en el momento que uno de ellos dice:
-¡Déme lo que lleva!

Y de seguido se oye el grito de uno de los vigilantes privados que desde la parte baja de aquella avenida les grita:
-¡Déjenlo!

Huyen por la misma avenida, presurosos. Solo magulladuras y miedo le han dejado, mientras "El Embrujado" sigue su camino asustado.
-¿Lo robaron? Le pregunta.

Mientras dos perros que son sus auxiliares ladran y ladran que entre otras cosas cada que pasa por ahí uno de ellos no deja de hacer lo mismo, que parece  estar adiestrado para que al olerlo, lo hiciera. Así le sucedió muchas veces en Bogotá en otras circunstancias parecidas.

Es así como termina por recordar otras cosas que le sucedieron en aquella "Casa Embrujada" y que quiso contar en estas páginas en  los cafés internes, y que para impedirlo el mismo día que instalaban una linea telefónica en un poste de unos vecinos al salir "Voz de Humo" de la "Casa Embrujada" mucho antes de que el hijo de la tía le diera "El abrazo del Oso", el mismo día que sacó a su mujer con el celular en la mano, mientras el cable del cargador quedó trancado entre la puerta y la pared, impidiendo que la pudiera cerrar al tratar de echar seguro por dentro, y diciendo:
-Ahora si, esto lo arreglamos.

Su mujer gritaba:
-¡Auxilio! ¡Socorro! Van a matar a mi esposo.

Al no poder ajustar la puerta,  este le dio el tal abrazo del oso  que digo.
-Lo ve, dijo el comisario Rincón, lo pudo haber dejado parapléjico.
-Muy habilidoso este sistema, dijo el comisario Rincón.
-Un asesinato  perfecto, o fractura total para un desvalido, dijo "Conciencia".

Y lo humilló dentro de la misma casa como si fuera uno de esos guerreros romanos preparados para enfrentarse por las malas, de tal manera que para "El Embrujado" como en todos estos años, otra vez fue víctima de otra afrenta en la misma casa, y si algo malo le hubiera sucedido, aquellos que durante años lo tuvieron entre ceja y ceja, nada dirían por no decir que estuvo secuestrado y amedrentado en aquella lúgubre casa, ya que no tenía para donde ir.
  
-Es preferible ser cobarde, dijo “Conciencia”.

-O estar muerto, remató el comisario Rincón.

Al decir esto, me hizo caer en cuenta de aquel amigo de "El Embrujado" en aquellos años en que anduvieron en un grupo político, y a donde "Cuchumina" era el que invitaba a festejar, mientras ojeaba en un libro de citas y de trabajo de otro amigo al que consideraban imaginario, y que tenía un nombre resaltado con todas  las posibles citas que tuvieron por esos días, como si esa agenda fuera el resumen de los trabajos que tenía encomendados por algún superior que le encomendaba concretar lo que hacían los demás:
-Osiris.

Así, fue tejiendo el rumor de que este era doble, como en esos agentes parecidos a los de Sean Conneri con el 007. Muchos años después, casi al final de su vida, luego de casi 50 años entendió que era el mismo nombre del esposo que tenía una prima paisa, y que según decían se había separado de él.
Cuando este amigo se le apareció en el Trinidad-Galán de Bogotá por la década de los 70 del siglo pasado, mientras hacía vigilancia a la casa de su papá adonde tenía un depósito de mercancías de su almacén que tenía en San Victorino, le presentó a un tío que trabajaba como chófer con una distribuidora de gaseosas muy conocida, y a la vez que era uno de los muchos sindicalistas que querían algo mejor para su futuro, y a quien había conocido en Ibagué.
Y sin embargo, aquel amigo quería igual que otros, saber algo más de su familia.
-Ubíquese papá, que nos está contando otra historia, dijo el entrometido de su alter ego.
-¿Se lo digo de una vez? Dijo "El Embrujado".
-Dígalo, repitió.
-Solo quería constatar si lo que le sucedió en el primer diciembre era un accidente pasajero, o una celada.
-Claro, dijo el comisario Rincón. Yo ya se lo dije en Venezuela el mismo día que  aquel teniente coronel de la Guardia Nacional lo importunó en Catia La Mar. ¿Y por qué cree que le insinúe estas historias?

El hijo de la tía después de su agresión se le reapareció en Ibagué, como si no hubiese sucedido nada, y que lo golpeó por el mismo lado del hombro que por Internet contó que se le dormía el cuerpo,  y sobre unos vidrios previamente rotos de la puerta de la entrada a la casa, en los días en que el hijo o yerno de don Carlos al llegar le dijo que se agachara para que pudiera pasar unos cables eléctricos de las luces navideñas que estaba instalando.

-No puedo agacharme tanto, le dijo "El Embrujado". Tengo varillas en la columna vertebral.

Y hay comenzó a finiquitar el amedrentamiento que tenían.
-¡Embruja H.P.! Le gritó.
-¿Y quién era este? Preguntó el comisario Rincón.
-Es como los otros que estaban a la salida de aquel interior. Son de ley, replicó "Conciencia".

Así fue tomando forma el complot. Al otro día se levantó muy temprano y se encontró con don Carlos revisando los contadores de la luz que hay a la salida de aquel callejón, y ante lo ocurrido la noche anterior, para evitar saludarlo prefirió mirar el reloj que llevaba en la muñeca. Un reloj que le regalaron que por su color y forma insinuaba ser de alguien de ley, como haciéndole creer en esos trabajos de sicología eran de la misma ley que lo perseguía, mientras éstos no eran más que unos impostores que estaban violando la justicia entre todos a golpes y amenazas.
-Viejo mentiroso, dijo su alter ego.

Así fue como el hijo de la tía apareció en su casa, gritándolo y como si estuviera drogado.
-Yo sé, como lo voy a sacar, le dijo a gritos el mismo día que llegó con los corotos a vivir nuevamente en aquella casa, y de donde es muy probable que la tía también hubiera huido de ella en los tiempos que “El Embrujado” vivió en Venezuela.
-Nadie puede prever lo que puede pasar en estos casos, dijo "Conciencia".
-Bello trabajo dijo el comisario. ¿Y entonces?

Se quedó profundamente dormido como si alguien lo hubiera dopado, y tras haberle echado una especie de cerrojo en la puerta de su pieza para evitar que aquel muchacho lo agrediera.
Al despertarse el reloj apareció roto. Unos días antes su mujer había armado un escándalo contra él como si estuviera ida o asustada, cosa que hizo que  la vecina que era la esposa de un gendarme, llamara a unos agentes de ley que se aparecieron enseguida a averiguar por el escándalo. Uno de ellos que lo conocía, y que a veces solía mofarse en los negocios adonde entraba, y que incluso en una ocasión le gritó por el parlante de una radio patrulla en que estaba, y en son de broma:
-¡A trabajar!
-¿Y eso acaso es delito? No ve que es una broma, se lo dijo otra vez su alter ego.
-Es sicología aplicada. Son las maneras sutiles como a una persona se le lleva al delirio y a la muerte.

Un carro que estuvo muchos años al frente de la casa en aquel interior, le recordaba que en una noche lo sacaron unos supuestos miembros de un grupo estatal que auxilia en los percances de algún siniestro, y secuestrado pasearon por la ciudad y averiguando qué hacía o a qué se dedicaba, mientras les respondía que trabajaba como profesor del distrito.

Después lo dejaron en esas calles peligrosas;  y que en esta última etapa de los complots, le   pusieron otro carro parecido que estacionaron al frente de la entrada en aquel interior, y que   también era de un familiar del vecino que vendió aquella casa, que le hacía recordar al que  partió una pierna en plena carrera décima, casi que al frente del hospital de la Hortúa, automotor que sacó el vecino algún tiempo después mediante la ayuda de un mecánico que también lo amedrentaba frecuentemente por los lados de San Victorino.

Así fue como llegaría el hijo de la tía en el automotor parecido al de "Amado", y con el que vio charlando con aquel supuesto profesor de la Virginia, Risaralda, y que parecían confabulados,  por los días que se apareció con una casa de madera con aquel perrito parecido al de la vecina, y que antes se lo mostraron en la calle como muerto.
-¿Y...? Dijo en son burlesco su alter ego. Abandonó la posesión, viejo. Nadie lo ha intentado matar.

Y así recordó que cuando murió su abuela materna la tía había entrado a la habitación de aquel hospital toda contenta, mientras la enfermera, le dijo:
-Está muerta.

Se disculpó. Estaba con la hermana de Primorov- aquel familiar que fue paracaidista- y con la enfermera que los adiestraba acerca de lo que deían hacer en estos casos.

Después, cuando fue el momento de sacar sus restos, por olvido –según dijo-dejó que quedaran en una fosa común del cementerio del sur adonde presuntamente estaban otros de los que tanto hablan los periódicos, y que "El Embrujado" ni entendía, ya que solo acertó en ayudarle a hacer unas cartas para que no perdiera el apartamento hipotecado con el Fondo Nacional del Ahorro, y luego huiría  por todo lo sucedido otra vez hacia Ibagué, y después a Venezuela.

Ahora hay otros que se lo recuerdan en esta ciudad, y que hacen gala de ser rezanderos, lo mismo que le pasaba cuando iba y se sentaba en alguna cafetería para descansar un buen rato, mientras se tomaba algo. En seguida otro llegaba y se le sentaba al frente suyo en alguna silla que encontrara desocupada, y pidiendo lo mismo que “El Embrujado” había pedido, y sacaba un escapulario de entre sus bolsillos del pantalón o de su saco, y se ponía a rezar para que lo viera.
-Estás loco, papá.

Anotando que por aquí a todo mundo le dicen papá o papi, fue entonces cuando "El Embrujado" dijo:
-¡Secuestradores de familia! ¡Tacaron burro!

Y creo que puede ser cierto. Como dijo el amigo de "El Embrujado", que el que golpeaba primero golpeaba dos veces. Así se le puede crear el pánico a otro para siempre, pero en este caso en que “El cuero esta curtido “ -un refrán muy popular que así lo dice- siempre queda la duda,  por que también como si se lo hubieran recordado los imberbes que salieron a robarlo, fueran los fantasmas de aquellos imaginarios que hoy lo están acechando.

No se si será "El Embrujado" o yo el que siga contando estas historias. El comisario Rincón también tiene su cuota imaginaria. Como dicen los católicos:
-Tres padres distintos, y un solo Dios verdadero.
-Falsario, me dijo su alter ego. Así no es el misterio de la Santísima Trinidad.
Compre ahora si más fácil nuestros libros. De clip en cada uno de ellos. Y listo.




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